En Mayo de 2021, conocimos nuevos lugares de la Sierra Norte, nuestra zona favorita de Madrid, y más concretemente de la subcomarca del Valle Alto del Lozoya.
En esta ocasión recorrimos parte de la Senda de la Chorrera de Mojonavalle desde el Área Recreativa del Puerto de Canencia, y por la tarde, visitamos el bonito pueblo de Garganta de los Montes y la aldea de El Cuadrón, perteneciente al término municipal de Garganta.
Índice
Ruta a la Chorrera de Mojonavalle (Puerto de Canencia)
4’5 KM | 1H 20′ | Baja | – | Todas | No | Sí | No |
Para llegar hasta el Puerto de Canencia, pasamos por Miraflores de la Sierra. La carretera que llega hasta allí (M-611) y la que va de Miraflores al Puerto de Canencia (M-629) están muy concurridas los fines de semana y hay muchos ciclistas, así que es bastante probable que tardes más de lo que indica el GPS.
La ruta comienza enfrente del parking del Área Recreativa del Puerto de Canencia, en la histórica Fuente de la Raja:
El parking es enorme y se llena hasta la bandera los fines de semana. No sólo el parking sino los arcenes de toda esta zona, en cuanto hay un mínimo hueco para poder dejar el coche sin estorbar (y a veces ni eso). Nosotros ya sabíamos que era díficil aparcar, pero yendo con dos niños, nos es imposible salir pronto de casa, aunque es muy recomendable madrugar y llegar pronto. Nosotros llegamos a las 11:45 al parking, y tuvimos que ir hasta el final y hacer un poco el tetris para dejar el coche sin estorbar al resto.
Una vez en la Fuente de la Raja, basta con seguir el sendero para encaminarnos entre pinos, tejos, y robles hacia el Centro de educación ambiental El Hornillo:
Desde la fuente hasta el Mirador de la Chorrera de Mojonavalle hay unos 2’2 km y se tardan unos 35′ por trayecto, dependiendo de tu ritmo. Nosotros sólo fuimos hasta la cascada y volvimos, pero hay muchas sendas y ramales para entretenerse más por la zona.
También puedes hacer desde el mismo parking una ruta circular que pasa por el Abedular de Canencia y por la Chorrera de Mojonavalle, pero son unos 12 km y demasiado tute para ir con dos niños pequeños, al menos para senderistas neófitos como nosotros.
Desde la Fuente de la Raja hasta el Centro El Hornillo, la senda es muy ancha y muy cómoda, apta incluso para familias con carrito o silla de bebé:
El primer tramo recorre una pista forestal flanqueada de un denso pinar de pino silvestre:
Siguiendo la Senda Ecológica nos encontramos con un pequeño bosque de abedules, formado por abedules centenarios y de origen glaciar, son de interés debido a su escasez en Madrid, por ser propio de zonas más frías y húmedas.
A la altura de El Hornillo, se abandona la pista forestal tomando una trocha a la derecha de la misma. Es decir, si quieres llegar al mirador de la chorrera, hay que abandonar la senda ancha y cómoda y una vez que llegas al Centro ambiental, rebasarlo y justo donde hay un pequeño merendero techado tomar el camino que baja a la derecha En la foto de abajo sería seguir el camino de la derecha justo en el camino que sale entre los dos edificios:
Justo ahí, hay un estupendo mirador con vistas a la sierra, llamado Mirador del Norte:
En este segundo tramo, el sendero ya no es tan ancho y hay algunas piedras y raíces de árboles en el suelo, lo comento porque el camino ya no es apto para ir con carrito o silla de bebé, así que si queréis ir al mirador, mejor mochila portabebé:
Después nos dirigimos hacia las aguas del Arroyo del Sestil del Maíllo, cuyo nombre viene por la presencia de maíllos (manzano silvestre) que había en este lugar. El término sestil está relacionado a que como es un lugar protegido del sol es idóneo para echarse una siesta.
Según se va llegando a la cascada, el terreno se va estrechando todavía más y también hay mucha más presencia de rocas:
En cualquier caso es una ruta muy fácil de hacer, incluso con niños pequeños, tan sólo advertir que no todo el camino es tan ancho y cómodo como el que sale de la fuente:
Chorrera de Mojonavalle
El Arroyo del Sestil del Maíllo fluye desde el Cerro Perdiguera, a más de 1.800 m., descendiendo por la Ladera de Mojonavalle, formando esta chorrera de más de 30 m. de altura, la Chorrera de Mojonavalle, rodeada de un bosque de tejos, abedules, acebos y pinos:
¿Qué diferencia una chorrera de una cascada?. Las chorreras son trechos cortos de un río en los que el agua, por causa de un gran declive, circula con mucha velocidad:
Durante nuestra visita, no bajaba demasiada agua, seguro que en época de lluvias o deshielo luce más vistosa. En verano imaginamos que no será más que un hilillo. Aún así el entorno es bien bonito:
Una vez alcanzada la chorrera, no tuvimos más que deshacer el camino al parking, aunque también puedes alargar la ruta por la Senda del Arroyo del Sestil del Maillo, donde puedes ver un tejo y un acebo catalagados como árboles singulares de la Comunidad de Madrid
Garganta de los Montes
Para completar el día, después de comer por la zona de merenderos del Área Recreativa del Puerto de Canencia, nos acercamos a un pueblo bastante bonito y no muy conocido: Garganta de los Montes.
La arquitectura recuerda un poco a la de Patones, pero con muchísimo menos afluencia de visitantes.
Aparcamos en el parking público gratuito que se encuentra a la entrada del pueblo. Era muy amplio y había sitios de sobra.
Nada más salir del parking, hay un terreno donde vimos un bonito caballo, con el cual se entretuvo un rato mi hija. El pueblo empezaba a pintar bien:
Iglesia de San Pedro Apóstol
Situada en el centro del pueblo, está fechada a finales del S. XV, aunque su historia se remonta a la de las Cofradías de la Virgen y de San Isidro (que existían 100 años antes). Los cofrades que acudían a la Ermita de San Isidro, en el cercano (y desaparecido) pueblo de Ferreros, levantaron esta Iglesia debido al desgaste que iba sufriendo la ermita:
La Iglesia consta de tres naves, separadas por arcos de medio punto. El estilo es una mezcla de elementos románicos, góticos y barrocos, aunque en conjunto, domina el bizantino:
En la parte más antigua destaca la capilla mayor, y sobre todo su torre, ubicada a los pies del edificio, de grandes proporciones respecto al resto. La torre tiene tres cuerpos y cuenta con ocho arcos de medio punto en su parte superior, que dejan entrever el campanario:
Durante la Guerra de Independencia y la Guerra Civil se deterioró gravemente su estructura y la despojaron de varias piezas valiosas que atesoraba. Sí que han llegado a nuestros días, la pila bautismal y las del agua bendita, tan antiguas como el propio pueblo:
Escultura «Altarera»
Está situada al lado del pórtico de la iglesia, es de bronce y rinde homenaje a la mujer garganteña en una de las tradiciones más antiguas del pueblo, la de elaborar altares para la fiesta del Corpus Christi:
Ayuntamiento
Edificio de construcción moderna, ubicado en la plaza central del pueblo, la Plaza de Nuestra Señora de los Prados, justo enfrente de la iglesia:
Monumento de “El Abuelo y la Nieta Compartiendo Experiencias”
Ubicada junto al consultorio médico, es un conjunto escultórico a tamaño real, que representa a un abuelo y su nieta sentados en un banco, donde le cuenta cómo era la vida de antaño en el pueblo:
Plaza del Pocillo
Es una de las plazas más bonitas del pueblo. Se encuentra muy cerca de la Plaza de San Pedro, donde se ubica el potro de herrar:
Potro de Herrar
Normalmente tenían cuatro columnas verticales en forma de cuadrilátero y dos horizontales, una fija y otra giratoria que se llamaba rodillo, situado en un plano inferior y con dos orificios para colocar la palanca, que accionaba las correas que subían y bajaban al animal.
En la parte frontal está ubicado el ublo, que es un yugo individual donde se amarraba la cabeza. De los postes verticales sobresalían, en algunos potros y a poca altura, los caballetes, en los que de forma alternativa se ataban las patas de los animales para cambiar las herraduras.
En algunas ocasiones, también se usaba para la aplicación de tratamientos por parte del veterinario:
Arquitectura Popular
Las casas serranas presentan rasgos comunes a lo largo del Valle del Lozoya. Suelen ser de una sola altura y sus gruesas paredes son de piedra trabada con barro y guijarros. Los tejados son bajos y cubiertos de teja árabe curva y las ventanas pequeñas y escasas.
Estas casas han sufrido muchas transformaciones a lo largo del tiempo. En su origen, los tabiques del interior estaban hechos de una mezcla de barro y paja, mientras que los pilotes de sustentación de la casa eran de madera.
Debido al intenso frío ivernal de toda esta zona, la cocina se situaba en la cara norte de la casa, mientras que la cara sur, más cálida, quedaba reservada para la alcoba, que podía tener un ventanuco para filtrar un rayo de luz:
Hoy en día, el pueblo presenta numerosas cacas rurales u hoteles de creación más moderna, aunque con mucho encanto, porque las construcciones han sabido conservar la arquitectura tradicional de piedra:
El Cuadrón
Después del buen sabor de boca que nos dejó la visita a Garganta, nos acercamos a la pequeña aldea de El Cuadrón, ubicada ya muy cerca de la A-1, y donde paramos para que merendaran los niños.
De nuevo, unos simpáticos animalitos, en este caso burros, nos dieron la bienvenida al pueblo. El coche lo dejamos en la misma entrada del pueblo:
Iglesia de Nuestra Señora del Pilar
Construida en piedra, ladrillo y madera, su estilo es austero, preparado para el culto de una pequeña población, sin embargo, nos pareció muy fotogénica:
No se levantó hasta el año 1925 por iniciativa de la maestra del pueblo, adquiriendo el rango de parroquia en 1953. Hasta entonces, los habitantes tenían que desplazarse en largas caminatas a la Iglesia de San Silvestre (pueblo desaparecido) o a la de San Pedro, en Garganta:
El pueblo es bien pequeño, pero tiene unos cuantos rincones muy fotogénicos: una fuente de piedra, varias casitas y estructuras agropecuarias tradicionales o un abrevadero:
Potro de Herrar
El potro o herradero es un artilugio que se usaba antiguamente para el herraje de los animales, principalmente bueyes o vacas. Una vez introducido el animal, por medio de un sistema de rodillos y correas, se le suspendía en el aire.
El herraje del ganado mular o caballar no resultaba complicado, estos animales se mantienen en tres patas, y no es difícil conseguir que doble las patas delanteras a nivel de la articulación de la rodilla para la colocar la herradura. Más complejo es el caso de los bueyes que no se mantienen en tres patas, por eso se inventó el potro para hacer el trabajo del herraje con seguridad y sin miedo a coces o cornadas:
Para herrar, el herrero usaba el martillo, las tenazas, el pujavante y los clavos. El herrador usaba el pujavante, una especie de espátula plana y alargada, que limpiaba el casco del animal y lo dejaba liso para colocar correctamente la herradura.
Después se colocaban los clavos, que se introducían inclinados, de dentro hacia fuera y, como sobresalían del casco o pezuña, se remachaban para que no se desprendiera la herradura.
La forma de las herraduras se adapta a la morfología del casco o pezuña de cada animal, siendo una pieza única para los caballos y en dos piezas para los bueyes o vacas, llamados “chopas”: